domingo, 5 de enero de 2014

Primera mañana de enero.

Había sido un sueño de naufragio para despedir el año viejo. El agua llenaba poco a poco la habitación, mientras yo hacía una maleta y era apurada por el caudal creciente que en algún punto me ahogaría, pero también por la sensación de que debía tomar un camión o un avión que partiría en pocos minutos. Me encontré luego en un baño de azulejos amarillos, un baño como de escuela o institución gubernamental, con una ventanita por donde entraba la luz e iluminaba mi lado derecho. Yo en claroscuro. Por la puerta, de entre la penumbra, aparecías tú. A medida que entrabas al cuartito ibas siendo tocado por la luz, venías a mí, me dabas un beso. Yo te decía que ya me tenía que ir, pues sabía que debía tomar un camión o un avión en pocos minutos. Luego una laguna mental. Gracias a la no-continuidad del sueño, borracha de luz y de beso, lo próximo que recuerdo es haber abierto los ojos en la primera mañana de enero.

jueves, 2 de enero de 2014

Aquellos buenos tiempos del rock tampiqueño.

Este articulo lo escribí para la extinta página de promoción artística Tampico Cultural hace un par de años, hoy lo publico aquí a petición de los compas y en homenaje a la raza rocker que me vio crecer. 

Aquellos buenos tiempos del rock tampiqueño.
Gracias a Obed Zapata, por refrescarme la memoria.
Incursioné en el mundo del rock tampiqueño tardíamente. Yo apenas tenía dieciséis años de edad y ya existían bandas como Anton, que llevaban casi una década tocando. Mi banda Menstrual Power fue de las primeras en el puerto formadas por puras mujeres (con Melissa Ortuño en el bajo, Sandra Hernández en la batería -quien ahora toca en Empire Darkness- y yo en la guitarra y voz); cuando empezamos a tocar ya existían el RockFabrik y el Bar Obrero, de vez en cuando se hacían tocadas en bares anónimos (cualquier bar de mala muerte) o en fiestas caseras.

Pero antes –mucho antes de nosotras-, existió el Metal Garage donde tocaban bandas como Aquelarre, Anton, Los de Abajo, Lenguas Muertas, Radical Sista, etc. Después abrió La Kaza Café Rock (lo que ahora es Dolce) y se hacían eventos organizados mayormente por Toño Díaz, quien tenía su negocio en el Macalito -único lugar donde podía conseguirse material rockero, ya que eran los tiempos del cassette y no existía el Internet-. En ese entonces predominaba la escena metalera y punk: Hecatombe, Cygnus, Antiquus, Fuscion Ácida, La Contra, Guante Blanco. Después vino Atrapados en los 60s (en la Ave. 1ero de Mayo, Cd. Madero), donde casi siempre tocaban las bandas metaleras mencionadas y The Forensic, así como bandas de heavy y otras de hardcore-punk como Convicción.

Por esas épocas, el gran apoyo a la escena lo ejercían dos factores: (1) la tienda de Toño Díaz donde se juntaban metaleros y punks a “cotorrockear” (que después se movió al centro de Tampico y se convirtió en Urban Noise); y (2) una estación de Cd. Victoria llamada Radio Tamaulipas. En ésta había un programa transmitido de 9 a 11 donde ponían bandas rockeras de todo el estado. Gracias a ello, los tampiqueños se hicieron amigos de otras bandas de la región, empezaron a tocar fuera de Tampico y a traer bandas de otras ciudades (Cd. Victoria, Laredo, Matamoros, Valles, Poza Rica, etc.)

A partir de aquí entré yo. Fui llevada al RockFabrik por un amigo cuyo hermano mayor tocaba en Argoth. Nos sentaron en el área de “menores de edad” y tomé piñas coladas sin alcohol, impresionada por la decoración industrial que le daba un aire sombrío, irreverente: rockero.

El RockFabrik (ubicado en Ayuntamiento) acababa de abrir. Su propietario Manuel Ramos, con una propuesta launge, ofrecía rock en vivo de jueves a domingo y formaba tocadas por género musical, permitiendo además de los géneros ya existentes la entrada al alternativo, al nu-metal y poco a poco a estilos que nunca se habían tocado en el puerto, como gothic metal, folk metal, industrial, lo que serían los principios del indie, etc. Ahí fue cuando formamos nuestra banda Menstrual Power, influenciadas por el post-punk y por Kittie, resultando en un rock experimental que de rudo no tenía nada, sólo nuestra forma de vestir (ja).

Por el RockFabrik pasaron muchas bandas. Las que recuerdo eran  (disculpen si se me escapa alguna): Arteria de Hule, Claroscuro, Lenguas Muertas, Barracuda, Clavo, Tetralogía de Fallot, Adlibitum, Doriz, Orwell, Los Guillén, Muestra Gratis, Kromo, Player 2, Caja Negra, Shubidubis Band, Vade Retro, Ácida, La Contra, Cuarto Menguante, Infinita, Zion, Némesis, Dislexia, Again Fuckin Down, Convicción, Actitud, Antiquus, Anton, Evil Entourage, Sarcoma, Hecatombe, Black Abomination, Imperium, Lords of Chaos, Empire Darkness, The Forensic, Menstrual Power, Nerea (también de las primeras bandas de mujeres), solistas como El Caimán y el mítico Dr. Manzur, la banda de planta Argoth y la propia banda de Manuel Ramos, RPM.

Pero como el rock se trata de headbangear, dar brincos y golpes, el RockFabrik por su tamaño no se prestó (creo que sólo en un par de ocasiones se permitió el slam y las consecuencias fueron desastrosas), así que muchos –sobre todo los punks y hardcoreros- comenzaron a desertar hacia una nueva opción: el Bar Obrero, perteneciente a Mayra Osorio.  

En mi opinión, fueron las épocas en que más viva estuvo la escena. Obed Lam fundó la página de Tampico Rock (www.tampicorock.com) y cubrió todos los eventos donde las bandas hacían aparición, en dicha página había una agenda del rock tampiqueño, salían las fotos de los toquines, las biografías de las bandas, incluso tenía un foro de discusión donde a veces los pleitos trascendían el Internet, formando verdaderas rivalidades entre las personas y bandas implicadas.

La rivalidad también se extendió a las sedes del rock, pues como es natural en todo negocio, Bar Obrero y RockFabrik empezaron a hacerse competencia, lo cual lejos de resultar negativo, fue enriquecedor para la escena: había tocadas al por mayor (hasta se empalmaban: a veces una banda tocaba en un lugar y rápidamente cargaba instrumentos para irse a tocar al otro), concursos, guerras de bandas, entrega de Music Awards donde se premiaba a “la mejor banda”, “la banda revelación”, “la mejor canción”, ¿cómo olvidar los trofeos del Bar Obrero que imitaban al Oscar, pero hechos con muñecas barbies teiboleras?

Así, punks, metaleros, hardcoreros, góticos y alternativos comenzaron a hacerse un grupo homogéneo debido al florecimiento de la escena gracias a los dos bares y a tampicorock.com. También gracias a las tiendas como la de Blackie (ex bajista de Anton que publicaba un FanZine de metal) donde se juntaban los músicos. Por último, también gracias a las intensas tocadas en fiestas caseras que se hacían cada fin de semana (quien las vivió, recordará el legendario “Chocolatazo” hecho con mezcal, Lechera y Coca-Cola).

Por supuesto, cada quien tenía sus bandas amigas con las que más se juntaba, los lugares de ensayo se convertían en refugios para cada “clica” y unos terminaban jalando más hacia RockFabrik que al Bar Obrero o viceversa. Pero en general, un jueves, viernes o sábado de tocada, implicaba diversidad. Es lo que más me gustaba, porque a fin de cuentas todos teníamos esa “personalidad rockera” de libertad, mente abierta y gusto por la fiesta, por la música.

Igualmente se fue dando una compenetración del rock con la playa: muchos nos juntábamos ahí por las noches, con el metal a todo volumen en los automóviles estacionados frente a la avenida. Estaba de moda ir al Hospital Naturista, donde nos emborrachábamos a sus afueras bajo la luna o en medio de la oscuridad de las habitaciones abandonadas (y a veces, aunque parezca mentira, uno se encontraba amigos como si de una fiesta se tratara). Surgió también el Hoyo Funky, otro bar en la entrada de la playa que ofrecía tocadas y raves. En Semana Santa los escenarios en la arena y con la brisa marina eran dominados por bandas locales. Éramos verdaderos rockers costeños.

Después la playa se llenó de violencia e inseguridad. El RockFabrik cerró. Muchos ya no se identificaron con el Bar Obrero -que desde un principio tuvo un carácter más extremoso- y dejaron de ir a las tocadas. La página de Tampico Rock dejó de funcionar. Algunos músicos se fueron de Tampico y sus bandas desaparecieron para dar paso a otras nuevas, las cuales vendrían a formar parte de una generación rockera que a mí ya no me tocó. Algunas “bandas de siempre” se conservaron intactas y otras que eran novatas alcanzaron una muy buena calidad. Y así fue, a grandes rasgos, el fin de una era y el inicio de otra de la que yo ya no puedo hablarles. Sin embargo, la que yo recuerdo, esa que me tocó, me atrevería a decir que fue “la época dorada del rock tampiqueño”.

 
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