viernes, 19 de febrero de 2010

De la inocencia (historia real)

La maestra de quinto grado repartió los temas de exposición entre los alumnos que se iban avalanzando en pos del aparato digestivo o el respiratorio. Nadie quiso el reproductor. Yo pensaba que se trataba de cómo nacen los cachorros, revelar el gran secreto de que no existe cigüeña alguna: los bebés salen de "la panza" de la madre, disparados por la entrepierna.

Así que valiente, elegí aquél tema.

Me preparé con el libro de Ciencias, aprendí de memoria lo que decía sin comprender un solo concepto. Me acerqué al pizarrón y hablé de cómo se efectúa el acto sexual. Escuché carcajadas cuando describí el pene -no entendía qué era tan gracioso, ni entendía lo que era un pene, pues provengo de una familia de mujeres-. La maestra entró a mi rescate y al fin lo explicó ella. Tuve una ráfaga de sapiencia y todo cobró sentido, entonces pregunté:

--¿O sea que el hombre se introduce en la mujer por allá abajo?
--Sí --contestó la maestra, triunfal de darse a entender.
--Pero... si todo sucede sólo allá abajo, ¿por qué se desnudan la parte de arriba?
--...

Nadie pudo resolver mi duda. Crecí diciendo que cuando tuviera hijos yo no me iba a desnudar más de lo necesario. Luego me llené de esperanza cuando supe que existía la inseminación artificial, que iba a poder concebir hijos como la virgen, sin tener que tocar nunca a ningún hombre, ni ver ningún pene, ni desnudarme la parte de arriba.

martes, 16 de febrero de 2010

¿Quieres saber lo que se siente?

Cristina Rivera Garza

Ávido lector: no se siente nada.

La mujer se arranca los aretes y se sumerge en el Ganges
de su boca sin sentir nada.
El hombre que le dice sí a las drogas no siente nada.
El asesino aprieta más y luego un poco más sin sentir nada.
Los que colocan las bombas en los conventos no sienten nada.
La niña observa las hilerillas oscuras del menstruo entre
los muslos sin sentir nada.
Los que abren por primera vez una cuenta en el banco
no sienten nada.
La muchacha que sale de su país en un Aeroméxico
matutino no siente nada.

La pasión y el crimen siempre suceden después.
El azoro y el vicio ocurren un instante después, una era
después.

Ávido lector: sólo en la memoria -que es puro lenguaje-
sentimos.
Sobre la autora: Cristina Rivera Garza es narradora, poeta e historiadora, una de las mayores poetas mexicanas contemporáneas que se desempeña en el campo de la literatura experimental.

miércoles, 3 de febrero de 2010

I blame Sting

Coco Sumner es la hija de Sting. Apareció a sus 17 años con un estilo reggae-pop (incluso ska jamaiquino en canciones como Darkstar y I blame Coco), una apariencia desaliñada y una voz grave casi idéntica a la de su padre.

Nadie va a negar que su música es como una recreación de The Police (ritmos, cambios de voz), con letras sobre amor, locura, rebeldía y la obstinación propia de la adolescencia. Sin embargo, a menos de principio no me parece que I blame Coco -como se hace llamar- fuera dirigida sólo a adolescentes, pues van ya varios seguidores de la banda de su padre que se han suscrito como fans suyos. Incluso yo misma la he escuchado sin parar desde que la descubrí el año pasado.

En 2010, ya con 19 años de edad, I blame Coco lanza un video ("Caesar", feat Robyn) en el que la tendencia ochentera se mezcla con un look de pasarela; su propia voz y una perceptible guitarra eléctrica le dan un aire "rockish", pero la voz de Robyn uno totalmente pop, así como los sintetizadores que se inclinan al electro-pop. Me va pareciendo una conspiración de Island Records para venderla entre la juventud; así que empiezo a creer que, como Lilly Allen, no tardará en abandonar su propensión indie/alternativa, para alinearse al salvaje mundo de la producción en masa. Aunque... qué decir, a mí me sigue gustando.

 
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