Todos los movimientos de ocupación y la creciente agenda de los activistas, jóvenes en su mayoría, que abogan por un mundo mejor, ya sea con referentes a la educación, la economía, los sistemas políticos y hasta la ecología, son las muestras vivas del caminar de los humanos hacia una nueva civilización, la próxima cadena de la evolución que quizá termine de cimentarse muchos años después de hoy, cuando nosotros ya estemos enterrados tres metros bajo tierra.
Según el físico Michio Kaku, existen varios niveles de civilización superior: la interplanetaria en primer lugar, que sería una donde todo el planeta se conectara y comunicara libre, armónicamente. Luego vendría el nivel dos: la intergaláctica, donde toda la galaxia establecería relaciones como en la película "Independence Day". Al final estaría una civilización donde las galaxias se comunicaran entre sí, como en "Star Wars". Sin embargo, los seres humanos estamos todavía en el nivel cero: el de la barbarie, la autoaniquiliación. Al mismo nivel que los dinosaurios y, como ellos, corriendo el mismo riesgo de perecer como especie, cometer suicidio como civilización, por medio del terrorismo, las armas atómicas y las guerras.
Kaku dice que estamos en el punto decisivo, pues ya damos muestra de ser una civilización de primer nivel, lo cual se perfila en el uso de Internet (red telefónica planetaria), la ruptura de fronteras (globalización), la coalisión de sistemas económicos (la Unión Europea), la mezcla de razas, la universalidad del idioma inglés, la música electrónica y un factor muy importante: la tolerancia.
Creo que lo que vivimos ahora es parte de un cambio que se ha ido gestando a lo largo de la historia humana, debido a los errores y tropezones de soberanos y políticos, debido a las guerras, las masacres, las traiciones, los actos de viceralidad. Aunque el planeta con sus desastres naturales también ha tomado decisiones, que en el futuro podrán ser controladas por el humano gracias a que en los últimos siglos hemos aprendido a sobrellevarlas.
En cuanto a nuestra civilización, con el tiempo hemos tenido que ir rompiendo preceptos impuestos por la sociedad moral y la religión, que quizá funcionaron en su época, pero que hoy están caducos. Así, dejamos de creer en mitos y supersticiones, abolimos la esclavitud humana, superamos el machismo, luchamos contra la explotación y la discriminación, todas esas cosas por las que millones de hombres y mujeres se han sacrificado en guerras que han durado siglos y, ¿para qué? Pues para llegar a donde estamos hoy y encaminarnos a algo aún mejor: donde estaremos mañana tras ganar la última lucha, que es la que actualmente enfrentamos contra el capitalismo, el despilfarro de recursos naturales y el terrorismo.
Hoy tenemos total libertad de decidir si queremos seguir los lineamientos religiosos, las imposiciones políticas, mercadotécnicas y morales, o si decidimos usar nuestro criterio para actúar de manera responsable, de manera libre, sin afectar negativamente a los demás o al planeta o a nosotros mismos, sino por el contrario, construyendo, uniendo, hilando, hasta lograr que las diferencias raciales, religiosas, económicas, sociales y de género desaparezcan, para lograr ver la luz de una sociedad utópica parecida a la de Atlantis.
Yo, que soy optimista, cada vez conozco más gente conciente de esto, cuando hace todavía diez años, no era común que un muchacho de secundaria lo percibiera así, ahora hay cada vez más niños, jóvenes y adultos concientes del cambio, concientes de la responsabilidad que cada uno tenemos como individuales y concientes del amor que nos llevará a ser una sociedad global.
3 opiniones:
Te amo Kika :)
Me encanto tu optimismo... EL mio se podría decir que es un pesimismo a lo Saramago o uno camuflado de optimista
¿Ya leiste el libro "El optimista racional", de Matt Ridley? Es un periodista especializado en ciencia. Va por este rumbo de ver que los progresos superan a nuestra natural tendencia a la barbarie. Está muy interesante, yo lo he utilizado como material de lectura para mis alumnos, y les ha gustado mucho, tiene ese toque coloquial que lo hace accesible. Cabe mucho optimismo dentro de mí, aunque (o tal vez precisamente por ello) haya visto tanta oscuridad. Ya me dijeron que soy emo de clóset, jajaja. Lo cierto es que creo en el amor, en la vida, en el placer y el dolor. En la poesía. Gracias por compartir tus lecturas. Abrazos, siempre, hermosa.
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