Desde que se estaba rodando la
versión
fílmica de "Norwegian Wood", basada en la novela de Haruki
Murakami ("Tokio Blues" en otras versiones), allá cuando me enteré que el
soundtrack corría a cargo de Radiohead, la pieza me produjo curiosidad. Hasta que, casi dos años después, por fin pude verla. Pero aún no terminaba cuando ya había en mí cierta
desilusión. Ningún habitante de mi casa -personas que no
leyeron la novela- aguantó hasta el final, y yo misma tuve que hacer
esfuerzos por no quedarme dormida.
De hecho no creo que quien no
haya leído la novela pueda abstraer al cien por ciento la trama
de un filme que, aunque tiene buenos logros visuales, se queda corto con el manejo del argumento.
La película trata de ser exhaustiva al querer mostrar a todos los personajes del libro (incluso los que están "de más" en un filme de 130 minutos); y sin embargo, termina por no profundizar en sus carácteres e historias subterráneas, de manera que resulta difícil entenderlos.
En un principio me dio buenas expectativas el hecho de que estuviera dirigida por el vietnamí Tran Anh Hung, mismo de "El Olor de la Papaya Verde" (una de mis favoritas). Aunque tan pronto como la veía, me daba cuenta de que no debí guardar expectativa alguna.
El libro está narrado en boca de Watanabe, y es por medio de él que el lector conoce las situaciones y a los demás personajes, con sus explicaciones bastas, su humor sencillo y sus disertaciones morales, políticas e intelectuales. Pero en la película pareciera que todo está visto desde unos ojos menos observadores, quizá desde la mirada deprimida de Naoko: una visión contemplativa, sin mucha acción.
Midori, la amiga hipermaníaca del libro, era otro elemento que pudo haber salvado la acción de la película, con sus toques cómicos y su abundante diálogo, que en la novela hacían recordar a la puerilidad del ánime japonés. Pero en la movie, Midori se parece más bien a la Naoko del libro, mientras la Naoko de la película termina siendo un personaje irreconocible, una niña escandalosa, llorona y obsesionada con el sexo, que en el libro era más bien callada.
Según cuentan, por mucho tiempo Anh Hung buscó la aprobación de Murakami para llevar su narración al cine, hasta que éste finalmete aceptó y en 2010 comenzó el rodaje. No dudo que el director se haya esforzado en abstraer la esencia del libro, pero lo hizo muy a su manera. Quizá es por eso que si pienso en la película como una apropiación (una narrativa independiente), puedo decir que me gusta; pero en cuanto la relaciono a "Tokio Blues" de Murakami y a los personajes que me acompañaron por semanas mientras hacía la lectura, no termino de convencerme que sea tan buena.
Aunque quizá sea el ritmo de aquella cultura oriental uno impasible, de pasos lentos, al cual mi ritmo occidental le resulta inalcanzable; por eso Anh Hung y yo tuvimos distintas lecturas, la literatura ofrece esa libertad. Quién sabe... puede que sólo lo descubra el día en que este monólogo trascienda al diálogo con algún lector oriental, o con alguno de ustedes.