Está cura lo que me sucede con The Presets, que se han convertido en mi banda preferida a partir precisamente de las ironías con las que su música ha abarcado las etapas de mi vida sin dejar nunca de hacerme sentir mariposas en la panza que vuelan al ritmo de sus beats.
Pues no es una banda que recomiende, ustedes verán:
Antes, cuando tenía miedos, estaba enojaba o triste, ponía Girl and the Sea (el tema principal del soundtrack de mi vida ja), y en verdad que la rola hacía desaparecer todo miedo, cobardía, tristeza, mala fe. Cualquier demonio que me estuviera atacando.
Luego, en mis experiencias enteógenas eran las canciones de The Presets las que me hacían bailar (mdma) o llegar a trips perceptivos demasiado grandilocuentes (cannabis, psilocybe, etc...)
La ironía con The Presets radica en que hace un par de años yo fui chica indus -diría la Yoca-, rivet -dirían en el D.F.-, japanish stylish -dirían los ignorantes a la contracultura-, cyber punk -diría yo-. Paulatinamente fui dejando aquél estilo (de vida, de vestir, de todo) por considerarlo un movimiento sin trasfondo ideológico.
Lo que descubrí es que el cyber punk fue creado, por un lado por ingenieros y por otro, por amantes de la Ciencia Ficción -ninguno de ambos tiene que ver con mis intereses-. Surgió pues la Cyberficción como literatura -con todo y su libro en Alfaguara-, la música que en un principio era de inclinaciones políticas con bandas como Assamblage 23, VNV Nation, Fortification 55, Front 242, etc, comenzó a llenarse de tintes numéricos, computacionales y cientificistas-futuristas (Decoded Feedback, God Module, Controled Fussion, Generic Variation, Fictional) y terminó en mierdas como Zombie Girl. El movimiento se extendió al cine con pelis como The Matrix o The Gene Generation, y con ayuda de personajes como Ken Goffman se iniciaría una nueva era para el cyber punk industrial.
Durante mis épocas de cyber punketa no me tocó tanto ésta aceptación que hay actualmente para con el movimiento, pues me tocaron los años más "under". Hoy en día lo repelo. Me gusta quizá la estética, pero la música y sus temáticas se me hacen superfluas y sin sentido. De hecho estoy segura que no pasará de ser un movimiento más de los muchos que existieron y existirán en la década del 2000 y cuyo boom irá decayendo, aunque tal vez conserve sus fieles seguidores, como el Heavy Metal aún tiene a sus viejitos calvos y de colita de caballo llena de canas.
Me he desviado un poco sólo para decir que mis The Presets sufrieron un cambio estilístico, pasando de un dance rock, neo electro, avant-garde club/dance a algo que ellos llaman "psychadelic techno industrial". Así es, ¡industrial! (léase con el acento gringo, por favor). En principio me asusté, pero para mi suerte fue una evolución que no desagradó a mis oidos ya que es muy parecido a lo antiguo pero con toques industriales (sonidos de máquinas, ondas computacionales, etc).
Si yo ya dejé atrás el industrial, mientras que ellos apenas van entrando, lo lógico es que me dejen de gustar, sin embargo, me han acompañado a abrir una nueva etapa en mi vida con unos nuevos The Presets de los cuáles su música no me llamará a meterme a bares como The Under o el Dada X vestida de ánime japonés, tampoco será ya mi banda amuleto anti-demonios internos, ni mi puerta a visiones enteógenas... no sé la verdad qué serán. Yo sólo los disfruto porque aún las mariposas en mi panza vuelan al ritmo de sus beats y con más razón tratándose de beats nuevos, distintos de los que escuché durante tanto tiempo.
En conclusión -y gracias por los que hayan llegado hasta ésta parte de mi larga confesión)- no los recomiendo no porque sean malos. Más bien todo lo contrario: me gustan tanto tanto tanto, que me da envidia que alguien más los escuche (jaja) y sienta lo mismo que yo, porque en verdad les digo: mi relación con The Presets se ha tornado enfermiza.