martes, 19 de mayo de 2015

La terapia del viaje: Puerto Rico en primavera.

Me vengo enamorada de esta isla tropical, su historia, su comida, su lenguaje, el reggae y la salsa en todas partes, el espíritu revolucionario de la gente, siempre orgullosa de sus raíces latinas y africanas, con una curiosa incorporación de la cultura gringa, mezcla que los hace encantadores.
 Esta es la vista desde mi spot favorito en el Viejo San Juan, cerca del barrio "de mala muerte" La Perla. Véase abajo la parte posterior del Castillo de San Cristóbal, construido por los españoles en 1783 para proteger al puerto de invasiones, éste se encuentra junto al mar, sólo una calle lo separa del área urbana.
El Viejo San Juan no es muy diferente de cualquier centro histórico de nuestras ciudades mexicanas (lo comparo con San Luis Potosí, Morelia, Guanajuato, Querétaro, Guadalajara), tiene arquitectura antigua, calles empedradas, un montón de cafés, restaurantes y todo tipo de facilidades para los turistas, pero a la vez algo más poético y más magnético que lo que encuentro en México.
En la noche vimos a nuestro amigo boricua Héctor González, quien nos llevó a comer pizza rústica, luego a bailar salsa y a tomar cerveza artesanal a varios bares de la calle San Sebastián, muy similar al Barrio Antiguo de Monterrey, México.
Al día siguiente rentamos un carro y manejamos a Playa Piñones. A la orilla de la carretera -entre la playa y la selva- hay puestecitos que allá llaman "kioscos", donde venden comida tradicional a precio accesible (Puerto Rico es carísimo): alcapurrias, mofongos, tostones, empanadillas, casi todas a base de plátano frito con pollo, carne, pescado o camarón. Ah, y un simpático mulato llamado José vendía cocos por $2 dólares: lo abría con un cuchillo, esperaba a que te tomaras el agua y te lo partía en dos, integrando una cucharilla hecha con el mismo coco.
Otro de los días nos levantamos temprano para manejar a Fajardo y de ahí tomar un barco (ferry) a Isla Culebra (donde supuestamente está "la playa más hermosa del mundo"), pero no alcanzamos "boletas" y decidimos tomar el ferry para Vieques, otra isla con mucha historia y una bahía de agua fosforescente que no alcanzamos a apreciar porque fuimos de día.
En el barco
Puerto Rico perteneció a España hasta 1918 cuando fue ocupado por Estados Unidos, a partir de entonces se convirtió en un territorio incorporado al país norteamericano. Ya mucho antes, los españoles habían eliminado a la mayoría de los taínos nativos de la isla, por lo que se vieron en la necesidad de importar esclavos negros de África, así se fusionaron las diferentes culturas.
Playa Luquillo
Café de Puta Madre
Perdidos
Distrito de Arte en Santurce
9 al 14 de mayo del 2015

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