sábado, 13 de septiembre de 2014

La Gran Máquina (parte III: Verano)

Es hora de escribirte, Verano,
mientras una historia allá afuera se cuaja
hacia algo ridículo e intrascendente
como debíamos ser nosotros,
como las personas al rededor nuestro
que no saben lo que dicen
pues desde su llegada al mundo
alguien ha puesto palabras en sus bocas

No se dan cuenta que algo macabro
les dicta los pensamientos.

Nosotros somos el error de la Gran Máquina,
el cambio climático del que no se entera la muchedumbre
de autómatas programados.

Nosotros, tuercas en perfecto engranaje,
termómetros dilatados,
pasamos desapercibidos por los manuales de usuario,
por las anotaciones del creador
de esta farsa mecánica llamada mundo.

Tenemos voluntad propia,
somos el error de la Gran Máquina, 
no existimos porque nadie nos ha dado nombre,
para mí tú eres Verano,
el sonido del despertador una mañana
la zozobra de manejar veinte minutos a la estación de autobuses
donde me esperan un café y tu cuerpo venido de lejos,
tu cuerpo menudo
cubierto por un exceso de ropa,
sorprendido por la llegada prematura del calor,
mis ojos llenos de legañas lo compadecen y lo desean,
a tu cuerpo, esa tuerca
que hará contacto conmigo
para obligar a este mundo a andar menos lento.

El Big Bang explota entre nosotros esta mañana
que será un día cualquiera
para la empleada del café donde nos sentaremos a platicar
(girar la Gran Máquina),
será un día cualquiera para los que abordarán el camión de las 9:15 am,
será un día cualquiera para el vagabundo que ya sólo aguarda a la muerte,
será un día cualquiera para los actores que ejercen de extras
en esta película de la Gran Máquina.

Para mí, Verano, este día eres tú,
tu llegada no me pilla de sorpresa,
yo te esperaba con ropa ligera y con unas ganas de ir al mar
que se quedarían en ganas,
que mitigaríamos a tu llegada yendo a caminar
por los callejones graffiteados de esta ciudad tan gris,
tan caliente y mojada con tu sudor de lluvia.

La lluvia en mí, la lluvia para mí,
este cielo gris es tu castigo y tu regalo,
Verano, te llevas el sol a mitad de año,
es Agosto y te has llevado todo
menos mi obsesión de que estás aquí,
estuviste y fuiste mío al menos un rato,
enfrentamos a la Máquina siendo un error.

No me doy cuenta
que los días han pasado,
hace frío de nuevo,
yo lo tengo todo
menos a ti
y sigo queriendo nada más que a ti,
Verano, te has ido y me dejas la lluvia, el viento helado,
la forma de tus ojos entristecidos tatuada en los míos.

Esperaré otro año, otros años,
esperaré todos los Otoños, todos los Inviernos
necesarios
para que vuelvas con tu sudor de lluvia y olor a café
y me despierte la promesa de tu aliento a cielo gris
tu humedad que conozco de risa y no de besos.

Esperaré porque esta Gran Máquina es un reloj,
y todo es un ciclo,
y tú has de volver, Verano,
a ser mi vuelta de tuerca.

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