miércoles, 8 de febrero de 2012

Algunas interpretaciones de "Diamantes", álbum de El Columpio Asesino.

He caído enganchada de la banda española El Columpio Asesino. Tiene casi un año que los descubrí, mas apenas hace un mes escuché el último de sus discos, el cual presentaron en el Corona Capital de México, al que muchos de mis amigos asistieron. Mis cuates me contaban entusiasmados sobre la banda y yo asentía, pero no sabía que hablábamos de bandas distintas: yo me refería a la de los discos La Gallina (2008), De mi sangre a tus cuchillas (2006) y del álbum homónimo (2003), mientras mis compas hablaban de esos y de Diamantes (2011), en un espectáculo que se les había presentado en vivo, como debía de ser, pues cuando uno escucha a El Columpio Asesino, no se los imagina apasibles en un estudio de grabación, como con otras bandas puede pasar, sino en el escenario, pisando el pedal con ganas, Ulecia acariciando el bajo y los Arizaleta moviéndose alocados, Sable encajando los dedos en los teclados y Cristina en trance rasgueando la guitarra.

Diamantes, como los anteriores, me pareció bueno en muchos sentidos, sobre todo por su simpleza y por el hecho de que, como casi todo el arte, son un reflejo de su época.

Quizá mis interpretaciones del álbum sean más pretenciosas de lo que los chicos de la agrupación hubieran querido, pero a fin de cuentas así es la música: deja de ser del creador cuando el escucha se apropia de ella.

Musicalmente me agrada, pues me recuerda a bandas y estilos que han sido parte esencial de mi formación musical. Siento que tienen algo de new wave incluso en el estilo visual de sus videos, el arte de los álbumes y su imágen como banda, lo que abrazaría cierta tendencia post-punk, pero además rinden homenaje al punk crudo y el grunge del tipo Sonic Youth, aunque son tan eclécticos que encuentro surf, rock gótico como el de Cocteau Twins y de los primeros pasos de la electrónica, con sonidos prestados de Kraftwerk y Depeche Mode. Por otro lado, no pueden negar su carácter popero, perfilando un electropop encarnado en la línea del dreampop, algo poco más oscuro que el electropop común.

En cuanto a las líricas, creo que son lo que ha contribuido a que no pueda dejar de escuchar el disco, pues se trata de toda una narrativa, no sin ciertos logros poéticos, de la vida en nuestros días, el nihilismo, el vacío de la juventud que se refugia en el hedonismo (la búsqueda del amor, las drogas, la fiesta), y sin embargo, "los errores acumulados" nos sirven, según la concepción de la banda, para hacernos "un collar de perlas", lo cual es decir que todo lo que la hemos cagado en la vida, al final nos hace ser lo que somos. En esa canción, Perlas, se acepta al "yo interior" tal y como es, como el humano promedio, poco brillante, "un animal de corral". La misma premisa se toca en Diamantes, cuando dice "son muchos los kilómetros que hemos andado para no haber llegado a ningún lado, ¿en qué momento perdimos el control, en qué momento dimos la espalda al sol?", pero aquí sí busca una redención: "cógeme la mano, sácame de aquí, limpias tu mirada, sólo creo en ti".

En otras rolas, como Toro (el hit y mi preferida, pues en algo me recuerda a The Pixies y Joy Division, al igual que La marca en nuestra frente del álbum Gallina), habla un poco del efecto social de las drogas: "con amigos, con extraños, coincidimos en los baños, siempre te gustaron largas", dice refiriéndose a las líneas de cocaína, o nombrando directamente a la metanfetamina, pero en un doble sentido: "te voy a hacer bailar toda la noche, nos vamos a Berlín, no quiero reproches, carretera y speed, toda la noche".

Y aunque pudiera parecer lo contrario, las letras poseen algo de crítica, como la de la canción MGMT, cuyo título refiere a la banda norteamericana hipster por excelencia, y comienza diciendo "no tienes por qué aparentar" y más adelante "olvida esas fiestas de gente New York, nunca tendrás su aprobación, eres tan hermoso en tu silencio". Toda la canción delinea al joven de hoy, que se preocupa por trivialidades como su vestimenta, sus salidas de fin de semana a emborracharse, el sexo intrascendente y el encierro en su propio mundo nocturno de descontrol: "huimos del vacío para hundirnos más y más. Bajas las persianas, no dejas al sol entrar. No quieres saber nada de ese mundo que hay detrás. Llama a tu amiga que nos traiga un poco más, nos encerraremos hasta que los pájaros dejen de cantar".

Cisne de cristal es del estilo de Rayuela y recuerda a aquella célebre frase "andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos", obra favorita entre los jóvenes bohemios de nuestra generación; pero la canción además es un cover-del-cover de John Cale realizado por Manic Street Preachers. Y es precisamente ese, otro rasgo de nuestras épocas: el remix, el pedir prestada una pieza o influencia artística y reinventarla. A esta canción le dan algunos giros estilísticos y le cambian el idioma, al igual que sucede con el track cinco, On the floor, un cover de We are Standard, banda indie española también de los dosmiles.

"Dime que nunca has tonteado con la posibilidad de dar a arder el cuadro que te han colgado en la pared", esta frase de Dime que nunca lo has pensado, sugiere pensar más allá de lo que la sociedad y las normas morales nos han impuesto, retando a quien se dirige, a que se convierta en un outsider, a cruzar la línea de los límites de la cultura dominante: "vente conmigo al otro lado, cruza la línea de mi mano, sube conmigo a esta ola y observcemos cómo se viene todo abajo". Mientras que Corazón Anguloso, podría ser la metáfora de una nación, aunque no logro identificar cuál, tal vez España: "eres hermosa, así Dios lo quiso, tan poderosa como petrolera, has gobernado en todos los tableros, has amarrado al más marinero".

En una sociedad conservadora como la española, la recepción del disco no fue del todo exitosa, pues he leído críticas que consideran las letras vulgares y las melodías repetitivas de sus materiales anteriores (esta ultima observación es acertada, mas no por eso deja de ser un disco agradable).

Para mí, no resulta transgresor, ni tampoco naive. El disco está balanceado y es congruente tanto en estilo, como en lírica, como en su arte, hasta en la misma personalidad de los músicos. Habría que escucharlos a profundidad para lograr interpretar el mensaje musical y literario que dan entre líneas, quizá sin quererlo, rindiendo un homenaje a la música que nos vio crecer a nosotros, los integrantes de la generación Y, a la vez que denuncia y retrata un estilo de vida descarnado, el cual ve su florecimiento en la alborada de este siglo XXI.

2 opiniones:

Erika Said dijo...

Bueno, cabe agregar que ya los vi en vivo durante el Festival Nrmal en Monterrey, y el espectáculo hubiera llenado mis espectativas de haber durado un poco más.

La analogía con la que describí lo que sentía cuando estaba en pleno clímax oyéndolos y vi que se quitaron las guitarras para dejar el escenario fue: "es como cuando coges, y acaban antes que tú".

Así me dejaron en ese mini-concierto los del Columpio Asesino.

Erika Said dijo...

Bueno, cabe agregar que ya los vi en vivo durante el Festival Nrmal en Monterrey, y el espectáculo hubiera llenado mis espectativas de haber durado un poco más.

La analogía con la que describí lo que sentía cuando estaba en pleno clímax oyéndolos y vi que se quitaron las guitarras para dejar el escenario fue: "es como cuando coges, y acaban antes que tú".

Así me dejaron en ese mini-concierto los del Columpio Asesino.

 
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